hachia abajo


Fue allí que por primera vez sentí que era feliz, que ése era mi estado natural, vivir como un principito y no pisar la tierra... nunca más. Quería volar hasta que se acabara el combustible y luego morir. Ni siquiera morir... planear hacia abajo, hasta no tener conciencia, ser atendido con una sonrisa y ser poquita gente disfrutando de un mismo momento. Era como ponerse dos caracolas en las orejas y volar en una nube de pedo. ¡Sí, sí, sí!, ese día me di cuenta y me dije: “Apartir de hoy, yo debo vivir en una nube de pedo”. Y así fue ...
.
.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario